Y salí a buscarla. Y estaba lloviendo. Y corrí. Crucé un par de calles y la encontré. Andando. Decidida. Hacia adelante. Siempre hacia adelante. Sostenía un cigarrillo en la mano. La alcancé. Y le agarré del hombro y la giré hacia mí. Y ví que era guapa. Y el rimmel que se le había corrido la hacía más preciosa aún. No sé si era por la lluvia o por haber llorado. Su cara triste. La belleza de una mujer triste. Espero que sepáis de qué hablo porque es indescriptible. Me miró. Como sólo ella sabe mirarme. Se llevó los dedos que sostenían el cigarrillo a la boca y lo apoyó sobre sus labios. Le dió una calada. Soltó el humo. Y ví que era perfecta.

Ya no distingo una liebre de un conejo a más de dos kilómetros. Estoy perdiendo vista a la vez que pierdo facultades. Envejezco. Me odio por ello. Hoy me he mirado en el espejo y me he sonreído. El espejo me ha devuelto un insulto y me ha dicho que a ver si arreglo ya el agujero que hay en la pared. Que el edificio se cae. Además que no soporta verme la cara cada mañana. Yo ya es que ni alucino. Quizás el LSD que me tomo cada mañana ha dejado de hacerme efecto.

Que ya no hay excusa dice. La vida vuelve a ser la misma de antes. La misma mierda y la misma rutina. La misma rutina que me mata. Es que estar una semana viviendo cansa. Aún así ella dice que se preocupa por mí. Que ahora estoy mucho más despistado que antes. La echo de menos. Ella lo sabe y lo nota. Pero no hace nada para evitarlo. Creo.

Circunstancia que provoca que vuelva a lo mismo. Ya no distingo una liebre de un conejo a más de tres metros.

Me despierto sudando. Noto la garganta seca y voy directo a la cocina a por un vaso de agua. Tengo los labios agrietados y me cuesta beber. Me alivia un poco. Me acerco a por la estilográfica, ayer olvidé limpiarla. Una gota al porta, el resto sobrante forma una espiral que se pierde en el fregadero. La desmonto y la vuelvo a montar en cinco segundos. Demasiado tiempo practicando. Coloco el porta al lado del microscopio. Me dirijo hacia la cama y me vuelvo a dormir. Todavía es temprano y no me gusta alejarme de mi rutina.